Hace más de 20 años que Carlos Oyarce abrió su picada marina en la calle El Roble, un tranquilo barrio residencial de la comuna de Independencia. Misma comuna donde 2019 abrió un segundo
local, El Barco de Don Gaviota, que tiene la estética de un barco
enclavado en Av. Einstein.
Aunque si hablamos de la picada hay que remitirse a la de Av. El Roble, Don Gaviota, donde literalmente abrió en la casa de su suegro, con una premisa: ofrecer pescados y mariscos fresquísimos y a buen precio. Los mismos que repartía a restaurantes del barrio alto en la década del ‘90.
En versiones como las machas a la parmesana, que son las lenguas sobre su concha, con una mezcla de crema bechamel, queso parmesano y mantecoso. Además del cancato de salmón que viene sobre una base de cebolla levemente caramelizada, tomate, champiñones, panceta y longaniza. Todo gratinado al horno con queso mantecoso y rallado.
“La cocción de nuestros productos debe ser justa, cosa de que el pescado salga jugoso, la masa no tenga una consistencia chiclosa, que se aprecie la calidad de nuestro producto”, cuenta Sofía Oyarce, chef y parte de la familia de Don Gaviota.
Otra de las especialidades es el pastel de jaiba y camarones, para el que se hace una base del caldito de la carne de jaiba, más pan remojado en leche. A eso se le suma la carne de la jaiba y encima se ponen los camarones, más queso para gratinar al horno
Para nosotros el mar es esencial en la cocina chilena, me cuesta entender que no se coman más productos marinos para las fiestas patrias. Nuestra cocina es simple, nos enfocamos en el
producto, en no tapar su sabor con tanta sazón, para que se note su nobleza y saborSofia Oyarce
Dueña de Don Gaviota